dependencias (2a versión)

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Por la noche a mi casa le crecen extrañas dependencias.

Cuando el silencio ahuyenta cada decibel impropio y la vigilia cede al cabo de varios cabeceos, el sueño, celoso cancerbero, se entrega a su tarea.

Abre una puerta aquí, allá una ventana, ablanda en un instante las paredes que descorre como velos de cortinas…

yo lo sigo, penetro en espacios que siendo familiares desconozco.

Alcanzo a oír a un yo distante hacerse alguna vana y lógica pregunta

pero prosigo, de aposento en aposento,

con mis labores sonámbulas de las que poco entiendo,

como el público que sirve de comparsa incauta al prestidigitador astuto…

Yo sé que es mi casa,

aunque acudan siluetas sin que yo las invite.

Hay algo mío aquí,

lo sé, 

aunque no sepa ni qué ni cuándo,

en lo borroso de esos como espejos,

en el extraño y lento y semoviente mobiliario. 

Soy yo el que ocupa, intermitente, estas habitaciones que no pueden estar en las palabras.

Las piezas secretas de mi casa, abiertas al azar de los sueños,

caprichosas, habladoras,

espacios cuya luz no depende del ciclo de los astros,

donde hay algún enigma por resolver,

algo que buscar, ¡quién sabe!

y no sabemos o no queremos encontrarlo.

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leonardo torres londoño, obra en obra, 2020

poemas desconfinados 18 bis

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Esta es la noche 

este es el día

esta es la boca

de ‘ña María

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Ha pasado la medianoche:

en un abrir y cerrar de ojos, 

arranca el día en todos los relojes.

¿Y la lechuza? ¿y los girofaros?

¿no estamos en el auge fatídico de sus radios?

¿la hora en que las gentes vencidas

por algo más que el sueño, 

van camino de su celda más íntima y minúscula,

indiferentes al crédito nocturno?

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En unas horas

la luz pondrá su sello al día nuevo

como despachando un autobús a su destino somnoliento;

lejos de aquí cacarearán las gallinas en sus nidales,

mientras las ascuas se acicalan en los fogones.

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En unas horas,

con legañas en los ojos,

los bostezos como escudos

ante el afán del día,

volveremos una vez más a preguntarnos

de qué lado se sitúan los sueños verdaderos.

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Esta es la noche 

este es el día

esta es la boca

de ‘ña María

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leonardo torres londoño, obra en obra, 2020

poemas desconfinados 18

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Esta es la noche 

este es el día

esta es la bocade ‘ña María

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Ha pasado la medianoche :

Empieza el día,

no,

el día se acaba:

es el tiempo de la lechuza en el círculo nocturno;

de los atropellos tras los portones amordazados

por la fragua obnubilada del deseo,

de las sirenas y los girofaros

corriendo como sabuesos tras la miseria.

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En unas horas

la luz pondrá su sello al día nuevo

como despachando un autobús a su destino somnoliento;

lejos de aquí cacarearán las gallinas en sus nidales,

mientras las ascuas se acicalan en los fogones.

.

En unas horas,

con legañas en los ojos,

los bostezos como escudos

ante el afán del día,

volveremos una vez más a preguntarnos

de qué lado se sitúan los sueños verdaderos.

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.Esta es la noche 

este es el día

esta es la bocade ‘ña María

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leonardo torres londoño, obra en obra, 2020

poemas desconfinados

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Entra sin sorpresa en el ángulo postrero de la vida,

su regusto a limadura en la garganta.

Hay poca luz en el vértice fatal, es cierto,

pero son tus yerros más antiguos

y la imprudencia de tu escuadra

los lados que atenazan.

Una oscuridad casera, por decirlo de algún modo.

Arrójate ¿Qué pierdes?

De un solo trazo y a pulso, lo que venga.

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leonardo torres londoño, obra en obra, 2020

poemas desconfinados 16

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Han quedado terminantemente prohibidos los abrazos.

Tendremos manos de mimo

afianzando las distancias.

Por fin seremos inalcanzables, 

en nuestro reino soberano de un metro cuadrado.

El aire se irá llenando de besos combatientes

en justa adalid contra los virus.

Cansados de gritar, dejaremos

poco a poco el uso de la palabra.

Nos iremos alejando, 

construyendo cada cual su juego de escafandras.

Y después de ponerle un candado a la verja de la casa

afilaremos los cuchillos, 

limpiaremos con enjundia la recámara del rifle.

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leonardo torres londoño, poemas de la peste 2020

poemas del confinamiento 15

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Pasar sin prisas delante del espejo:

no hay ningún retraso en el canto 

incoloro del amanecer;

esperar en el canto del agua

hirviendo el vigor de los aromas;

saborear el rastro del carbón en el pan

como única plegaria…

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El pensamiento rueda, rueda por el aluminio infantil

de la inconstancia;

deja tu ventana abierta:

pronto penetrarán los anhelos

voluptuosos, ineptos a las cifras,

el deleite de una canción,

un trazo, una palabra;

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repito:

mi cuerpo es un rumor,

vivir es algo lento y espumoso.

Tengo tanto que aprender todos los días. 

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leonardo torres londoño, poemas de la peste 2020

poemas del confinamiento 14

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Los peces se han puesto de repente a saltar en el estanque,

arcoiris de efímeras escamas que olfatean la muerte. 

Las aguas bajan,

han abierto las esclusas.

Nuestro ajetreo continúa mientras tanto,

espalda contra espalda,

agallas arrogantes,

removiendo una y otra vez

el cieno cargado de heces,

la oscuridad por semilla en las pupilas.

Ignoramos el aire enrarecido,

la merma de las aguas.

Han abierto las esclusas.

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leonardo torres londoño, poemas de la peste 2020

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poemas confinados 13

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La distancia ha impuesto su regla de silencio:

yo digo, escucho, callo;

y escucho tanto lo que me digo como aquello que, 

por regla, callo.

Al tacto le han quitado el peso de las cosas,

las mejillas;

a los brazos les prohiben los cuerpos, los abrazos, 

que han hallado una casilla en la memoria.

Se ha puesto extraño el mundo,

y nosotros,

con sabores viejos todavía en nuestra bocas,

dudosos, bajo el umbral descolorido, nos preguntamos

cómo sobrevivir a la extrañeza.

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leonardo torres londoño, poemas de la peste 2020

poemas confinados 12

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La palabra mañana se ha deshecho en mi boca.

Regusto de limadura azul

suspendido en ese limbo 

donde yacen los vergonzosos silencios.

Su vocal única, huyendo por las comisuras,

las consonantes como un bagazo murmurante, 

para la hornilla donde cuecen los panes del olvido.

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La pobre, Se fue quedando sin referentes.

Se vinieron abajo los proyectos, las inversiones.

Inútil, de repente, la conjugación del futuro.

Hoy no es más que un mañana difunto,

y un esbozo de ayer evanescente.

Cuando más, retórica.

Pasa el día, su sepelio, todo igual:

la latencia no es visible en el aire diáfano de la primavera.

Quizás olvidemos que 

cada amanecer nos acerca a la muerte.

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.leonardo torres londoño, poemas de la peste, 2020

poemas confinados 11

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Y si supiéramos qué se derrumba más allá del vecindario,

sin alarma alguna, sin ninguna polvareda sorda para irritar el aire.

Si acaso viéramos, por el ventanal raído,

el lego despanzurrado del mañana.

Si columbráramos en la labia de las pantallas el aplomo del engaño,

y saliéramos en los paños menores del desconcierto,

pálidos, delcalzas,

a buscar nuevas sandalias y un nuevo paraíso.

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leonardo torres londoño, poemas de la peste, 2020