Séptima palabra – En tus manos encomiendo mi espíritu

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu

Pater in manus tuas commendo spiritum meum

 

Dejaron de anunciar el alba los ocasos

y el cielo el cielo sin más remedio que sus fuegos fatuos

donde el desamparo cuelga sus augurios

a ras del hombre nada

umbrales para que el vacío oficie el término del viaje

pues la mano de la madre refrescando la frente

¿cuándo fue?

¿alcanzarán hasta mañana las migajas?

ir por el mundo con el corazón desecho luego henchido luego…

en quién confiar cuando la fábula se apaga

cuando son incógnitas las piedras y la luna

Y es que un día le entregué el alma a las palabras

fue una derrota

el vértigo inaudito de su canto

me extravié en otras lenguas hasta perder el sabor genital de las frutas

mirad el mar el mar

miradlo hecho cenizas

cuál es entonces la condena

si hay manos que le apretaban el cuello a la añoranza

digo y no sé  quién lo dice

y no sé quién me digo

Perder irremediable espera

Pues lo hemos probado todo incluso la muerte

su silencio sus trajines

tanto en escondites donde

borramos con otro nombre nuestro nombre

como en medio de las plazas embalsamados por la fiebre de los uniformes

morimos lejos tan lejos como pueden sólo agonizar los vientos

más allá de la hora sexta

más allá de lo exhausto de los cuerpos

llevando en los corotos la culpa de andar vivos

El sol el sol quemándose en los ases

Por dónde entrar pregunto

por dónde entrar si no es por el olvido

Crece la maleza en el solar

las hiedras suben al asalto de los muros

como avezadas en el terror nocturno

pero no tienen sangre los adobes

ni el juez levantará un acta de deceso

Ah del reino de alas blancas que la melodía concita

en los rescoldos del pasado

¿quién se hará cargo al lado de sus lágrimas?

porque la luz se queja en los oscuro de las cosas

como la médula blanca diluye sus sustancias

en el instinto vertical del rojo y de las sangres

Qué manos se tienden

qué coro de voces recoge la flaqueza de mi acento

despojadme de la aflicción

os diré lo que me queda

000

leonardo torres londoño, septem verba, 2014

madre he ahí a tu hijo- septem verba

000

Mulier ecce filius tuus … ecce mater tua

000

toma y daca

de madres al azar e hijos por doquier

la humanidad en marcha por las goteras de un deseo

(la libertad de mi vientre dejaría tu nombre en blanco) hijo

he ahí a tu madre ahuyentándote los sueños pues

tu enfanteras dans la douleur dijo el señor

que multiplicó el dolor y las preñeces

 000

entonces te ibas preguntando

dónde está y ya estaba muerto

y nadie madre para decir mi nombre

agua pasó por aquí cate que no la vi

te respondían

llévame madre al cementerio

ponme una cruz encima con mi nombre que lo lean

la luna lela lela y las tropas paralelas

mi muerte es un perfil en el latón de sus medallas

un uno donde había un cero

lo sabían ellos que enmudecen como turbios

¿es éste su hijo? ¿es usted su madre?

afirmativo afirmativo

luego se desplomaba la serenidad de los silencios

000

ellas entre tanto dando vueltas

añadiendo mortajas a la verdad

que su vejez trenza obstinada

la mentira alrededor impúdica

pero siempre nadie  pero siempre nada

más que las coartadas del olvido

un mismo hedor cruzando

las fronteras y los años las preguntas

los hijos muertos muriendo lejos quién sabe dónde

sus huesos íngrimos en los ojos fríos

el fruto de sus vientres arrullado por la impostura

pero siempre nadie pero siempre nada

más que los verdugos

y un badajo criminal arriando las campanas

sordas de tanto sonar a muerto

es debajo de la tierra que urgen las palabras

cuando más falta hacen los brazos

los abrazos

madre estoy aquí en el fondo del mar pero no despierto

quién te lo dirá

quise dar a luz madre y me dieron las tinieblas

 000

pero más allá la piel curtida de tus senos amamantando insectos

tu regazo sólo hambre tu mirada

fija en el descenso de los buitres

ya le he robado a papá su cartuchera madre

ha llegado mi hora dice el hijo

orfandad orfandad

en la inanición de los arrullos

000

leonardo torres londoño, escrito a lápiz, 2014

esta noche estarás conmigo en el paraíso

ooo

Amen dico tibi hodie mecum eris in paradiso

siempre ocurre
aunque la lluvia tarde
el cielo hace lo suyo
la tierra abre sus carnes al aguacero
pero ya no hay huerto hacia el cual volver el rostro
ni noticias de la cosecha
y ya se es otro

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cae la tarde
acuden las promesas:
esta noche
estarás
conmigo
en el
paraíso

+++++++++

Sigue leyendo

septem verba – tetélestai

000

¿padre? -nos están matando

ahora cuando el tiempo falta

pues hemos llegado al fin al

estupor afásico de la historia que nadie cuenta

el cielo se oscurece de parte a parte

henos aquí sobrecogidos sí decidme

los huracanes midiéndose con los goznes

ahora y en la hora de

volver la vista atrás de darse cuenta que

no hemos llegado a ninguna parte o

éste era el lugar y nadie espera

olvidaron poner el señuelo en la ventana

tanto esfuerzo padre tanto esfuerzo

y al final esto Sigue leyendo

septem verba – primera

000
Queda la mentira Prevalece Reina el espejismo
reinan las inocencias deshechas
ah de las mutilaciones y los pedernales y los huesos
saltaron de los mapas las cruces ¿lo habéis visto? ahora pueblan las fronteras
los verdugos ostentan un pendón blanco en su sonrisa
¿desde cuándo es blanca la sangre? -decídmelo
y es que ni los gritos, y es que ni las maldiciones pueden

nos quedan los lunares manchando las vistas
el celuloide atroz de los padecimientos
como rescoldos opacos dispuestos al engaño
mientras ellos mueren en sus lechos
absueltos
esperando la veneración de los retratos y los cirios y las flores
¿qué hacer entonces si ya nada los alcanza?

sería demasiado dejarles el orgullo sucio de sus lágrimas
hacerse cargo del peso de su olvido
ay qué dolor qué dolor qué pena
como si fuera un destino ser víctima y desecho
pero ¿no es lo que hacemos?
qué lenta la verdad qué lenta
izad la quimera

si al menos dieran paso a otra laya
y fuera necesario regresar a la forja
cambiar el perfil de las armas
acunar nuevas ilusiones, pero no,
nacen como de sí mismos
con la ferocidad de espejos
absortos en su reflejo

opaca es la luz que dispensan
desde las garitas del hartazgo
opacos los guarismos donde encierran
las llaves estrechas de su avaricia
-no abráis los ojos
la espada del guardián os quemará las pupilas
lasciate ogni speranza voi ch’entrate

de ti lo saben todo
cuánto vales cuánto debes
cuántas vetas hallarán tus manos encallecidas y a qué precio
y han previsto el apellido de tus hijos que heredarán
las rayas acumuladas en la tienda
si te alzas en su contra en su persecución
hallarás tu recompensa

la sal la sal que sigue a las ablaciones
regadla por dentro
es preciso extirpar lo que han puesto en nosotros
no podemos perdonarles nada no podemos
siempre han sabido el cómo el hacia dónde
así que mira hacia los tuyos mirémonos
el corazón levanta el polvo de las batallas

000
leonardo torres londoño, escrito a lápiz, 2014