acerca de la noche (18)

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Corro los postigos y la luz del día no aparece,

pese a la desmañada figuración del sol.

Las flores abrieron, es verdad,

las gentes empujan, cansinas, su rutina pues

los relojes echaron a correr antes del alba.

Y el alba pasó y no hay luz.

« Será el invierno », me digo, mirando el calendario

y en el cielo gris lo gris de su deshoje;

« o mis ojos, quizás », cuyo horizonte boga hacia las sombras.

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Del mundo llega un eco: tal parece que

la historia no deja de nacer entre descombros,

sin lograr saciar la indiferencia.

Las ciudades se vuelven ruinas sin mediar el tiempo,

la locura aupando a la avidez y a la miseria hasta dejar solo

el cascarón del hombre, su corazón ausente.

Y muerte y luto y la orfandad preñada.

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A lo mejor, en medio de las llamas, todo es oscuridad

y la luz empieza allí donde crepita, señera, alguna voz.

Pero ¿dónde?

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leonardo torres londoño, obra en obra, 2016

Acerca de la noche – 14

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Después de las doce, la noche se ponía sus máscaras:

los hombres sumaban su propia oscuridad

00000000000000000000a la oscuridad tramposa de las calles.

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Frío el aire del acero, y el añil cortante,

falsos los silencios al pie de la cuesta.

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De pie, detrás de cada árbol, los peligros hacían temblar

la incertidumbre en la cara de todas las monedas, pero

la edad de los indultos que nos guiaba nos llevaba de vuelta a casa,

indemnes,

ahítos,

el ánimo despierto, hecho un rebrujo.

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Entendíamos así que aquella oscuridad que empollaba el día,

empollaba también su luz,

0000nuestras laceraciones,

00000000todos los anhelos.

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leonardo torres londoño, obra en obra, 2016