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A veces era urgente la fabricación de la noche:
trepar en lo alto de los clóseres,
sumergirse en el canasto redondo de la ropa
y encerrar con los ojos la penumbra,
contravenirla.
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Una noche
cuyo infinito sometido a nuestro antojo
se volvía manso, efímero como un escondite.
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Una infracción tan solo,
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mientras la noche, apretando sus escamas,
trenzaba a solas la oscuridad de su arcón.
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leonardo torres londoño, obra en obra, 2016