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Primero estaba La Noche insoslayable,
todo en ella vértigo, todo
córnea constelada.
Era tan fácil perderse
sin cenit alguno en las estrellas.
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Había otra noche debajo del almendro,
menos alta,
atada por un sendero de hormigas a la presencia terca de las raíces.
Hojas en lugar de astros.
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Y otra más,
bajo los pliegues de las sábanas:
íntima,
necesaria;
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un abrigo.
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leonardo torres londoño, obra en obra, 2016
Una magnífica trinidad nocturna. Me haces evocar los atributos arquetípicos de la feminidad: Hécate, la hechicera con su manto de estrellas, Deméter, la madre tierra debajo del almendro y Kore la doncella tierna entre las sábanas, íntima.
Bellísimo poema. Me encantó lo de la «córnea constelada», todo un hallazgo en imagen.
Abrazos trinitarios
Gracias anamaría. Sin duda el poema retoma una muy antigua tradición que también se da en las cosmogonías prehispánicas. Fue algo que apareció poco a poco, en realidad, con el surgimiento del almendro que se impuso de manera evidente (en la finca donde pasé tantas vacaciones y que protagoniza esta primera serie de poemas, la casa estaba «custodiada» por dos almendros y una palmera, aquí pienso en el almendro al que se amarraban las bestias y donde moraban las hormigas). La tercera parte se descolgaba sola, como una evidencia.
Gracias de nuevo por acompañar estos momentos
Dos almendros y una palmera también son una trinidad
En verdad nunca me había dado cuenta de esta «trinidad», fue al contestar el mensaje que lo pensé. Pero nunca hubiera hecho el enlace con esta entidad tricéfala que tú siempre tienes tan presente! Ahora, lo interesante es cómo el poema es el camino que nos conduce a descubrir las cosas, a situarlas en otro orden que está allí pero no de manera evidente. La poesía no es descripción sensible, como tantos lo creen, es revelación sensible.
Preciosas noches … las 3.
Gracias Celebes. Tantas noches quedan por evocar!